(Fotografía realizada por: Cristina Martínez
Lugar: La Magdalena, Cartagena (Murcia)
Todos los derechos de autor reservados bajo licencia de Safecreative)
Quiero compartir esta fotografía realizada por mi el otro día. Pero la quiero acompañar de una reflexión personal, así que primero os pondré en antecedentes.
Desde que tengo uso de razón me ha gustado la fotografía. Mi padre me regaló una Minolta Reflex y posteriormente una Pentax, reflex también. No se precisar cuantos años tenía, era demasiado pequeña para que lo recuerde ahora. En mi casa teníamos un laboratorio de fotografía de BN instalado en uno de los aseos. Recuerdo cuando mi padre y yo revelávamos las fotos... Recuerdo la luz roja, el fuerte olor de los líquidos... La magia que poseía cuando, en aquel papel blanco, poco a poco, aparecía una imagen. Recuerdo las explicaciones de mi padre... Y así crecí, rodeada de esa afición compartida.
Esa afición se hizo más fuerte cuando comencé a viajar por mi cuenta. A fotografiar todos aquellos sitios maravillosos que veían mis ojos. A buscar la belleza en lo pequeño y cotidiano, en lo que apenas ya reparamos. Pero también la magnificencia de las grandes cosas, de las infinitas tonalidades de una puesta de sol, las montañas amenazantes, los campos cubiertos de nieve...
Luego vinieron los síntomas mas fuertes. Afectó a mi afición. Me cuesta mucho andar por las calles asfaltadas, así que me resulta imposible andar por los senderos de un monte, o por la arena de la playa o simplemente andar lejos de mi coche.
Dentro de la fotografía, las ramas que más me gustan son la fotografia nocturna, fotografia de paisaje y macrofotografia.
La fotografía nocturna requiere bastante tiempo de pie, pues las exposiciones son largas. La macrofotografia, requiere pulso y resistencia en los brazos. Dos de mis grandes problemas hoy en día...
Hacía meses que no me iba a fotografiar nada... Pero me he seguido comprando material, en la medida de los posible, Me compré una mochila que me permitiese llevar el equipo, junto con el portatil, pero esta mochila me la compré que buenos contrafuertes y correas que repartiesen correctamente el peso en mi espalda. Mi madre me compró una sillita plegable de pescar (para esas largas esperas en la fotografia nocturna). Y lo siguiente que me compraré será el cuerpo de una trolley, para poder llevar la mochila, como una maleta con ruedas, cuando el suelo me lo permita.
Y el otro día... Aprovechando los almendros en flor, realicé esa fotografía.
¿Por qué? Porque no voy a arriesgar ninguna de mis pasiones, ni por el dolor, ni por el cansancio... Porque la vida de nadie puede girar, exclusivamente, en torno a ninguna enfermedad. Porque eso no es vivir.
Creo que el tratamiento del dolor crónico o del cansancio, van mucho más allá de la medicina o de la ciencia. Todo el mundo desea algo, se apasiona por algo, tiene metas y sueños por cumplir... Y, si no los tiene, debería de pensar en ello y saber que es lo que quiere alcanzar... En mi caso es la fotografia o el billar... Y cuando hago fotos o cojo el taco para jugar, el dolor no desaparece, está ahí siempre... Pero soy feliz haciendo lo que me gusta. Y si hoy no puedo porque una contractura no me deja, lo haré mañana que será mejor día. Pero lo haré.
Nadie, enfermo o no, debe de olvidar nunca cuales son sus sueños.
No hay comentarios:
Publicar un comentario